Me alegro de que hayas entrado en mi vida, pero soy más feliz ahora que te has ido

Me alegro de que hayas entrado en mi vida, pero soy más feliz ahora que te has ido

Aki Tolentino


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Verás, esto es lo que pasa con los chicos como tú: haces que las mujeres se sientan esperanzadas. Eres una luz en la oscuridad, un rayo de esperanza, algo en lo que creer. Nos haces sentir vivos. El tipo de vida que siente el Sol cada mañana a medida que sale, o esa sensación que tienes en los huesos cuando el que amas dice esas tres palabras mágicas por primera vez. Ese mismo tipo de esperanza que te mantiene despierto por la noche, sonriéndote a ti mismo en la cama porque han pasado meses desde que te sentiste tan importante. El tipo de esperanza que significa algo.

Entonces, ahí estaba, actuando como si tuviera la intención de quedarse aquí permanentemente. Hiciste todo bien, de hecho, superaste todas las expectativas que te había fijado. Verá, los de su clase no me eran ajenos, y al principio los había excluido. Pero, de alguna manera, encontraste la llave y entraste.

Las cosas fueron perfectas, ¿no siempre? Eras genuino, auténtico. Hablamos durante horas de cualquier tema y fue fácil porque tenías esta forma de derribar mis muros sin que yo me diera cuenta. Estábamos felices, al menos así se sentía. Estabas feliz, ¿verdad?

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Luego vinieron los dolores de crecimiento. El 'Estoy cansado esta noche, ¿podemos pasar el rato mañana en su lugar?' los textos se convirtieron en algo cotidiano. El mañana se convirtió en dos días, dos días en una semana. No lo entendí, pero confiaba en ti. Seguí dándote el beneficio de la duda, me aseguraste que eras diferente, que no eras como los demás y te creí, porque ¿qué tenía que perder?


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La conversación se volvió menos frecuente, parecía que no tenías ganas de controlarme. Me dije a mí mismo que estaba bien, porque estabas ocupado, ¿verdad? Pero la verdad es que este fue tu plan desde el principio, ¿no? Me hiciste sentir importante, importante porque, por una vez en mi vida, alguien se fijó en mí.

Así que gracias, imbécil, por entrar en mi vida y joderla de la forma en que lo hiciste. Pero más aún, gracias por irse. Gracias por mostrarme que nada en la vida es permanente y que no todos los que conocemos están destinados a quedarse. Mamá siempre me dijo el momento equivocado, la persona adecuada, pero tal vez eres la persona equivocada, tal vez incluso eres el problema. Nuestro tiempo juntos fue corto, y aunque nuestro final fue agridulce, me mostraste que todas las cosas deben llegar a su fin.


Cuando miro hacia atrás ahora, estoy más que agradecido por nuestro viaje juntos. Me enseñaste mucho. Me enseñaste que la vida puede golpear duro, y cuando lo haga, levántate. Me enseñaste que si alguien quiere estar contigo, no pone excusas, simplemente actúa en consecuencia. Me enseñaste que todo lo que brilla no siempre es oro.